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CUANDO DIOS ES UN SIMPLE HOMBRE


Ejercer la medicina es transitar por una senda impredecible, con sorpresas cada día. 
Paso a paso reaparece la confirmación de la individualidad del ser humano, en donde cada uno de nosotros es tan único como especial y si queremos complejizarlo más aún, pienso en cuantas veces ni a nosotros mismo nos parecemos porque mutamos en el tiempo. En el ejercicio de la medicina no es posible aburrirse. Esta tarea es una fuente inagotable de aprendizaje. 
Me ha ocurrido encontrar de repente personas que por ser su médica me miraron como a un semidiós que todo lo puede, depositaron su confianza, sus miedos, sus angustias y esperaron de mi todo y un poco más que "todo". Ante cada una de mis acciones con resultados positivos, esos ojos siguieron construyendo esa figura gigante y excesiva de perfección y divinidad que se hacen de nosotros. Desde mi mirada vivo a todo eso como un gran peso en los hombros de un imperfecto ser humano.

Pero resulta ser, que el bien o mal llamado arte de curar, no tiene un solo punto de contacto con las ciencias exactas y que planteado el problema el resultado no esta garantizado, es incierto y que las estadísticas en salud y enfermedad son solo eso. Cada persona es un ser exclusivo y singular formado por una psiquis, un cuerpo, un alma y un núcleo social y emocional, por lo cual existen tantas respuestas ante una misma acción como átomos circulan por este mundo. Y es así, que he visto como esos ojos cambian la mirada hacia nosotros en unos pocos segundos. Luego de veinticinco años ejerciendo la medicina, he podido comprobar como esas miradas profundas que me poseían con admiración, afecto y respeto se transformaron en dardos filosos que cuestionan mi idoneidad, responsabilidad y compromiso ante resultados no deseados 
He visto como de manera automática, una amnesia firme facilita el olvido de todo lo que había brindado unos segundos previos, esas mismas cosas que me agradecieron y marcaron como valores extras y nunca vistos en otro médico con anterioridad. Todo aquello que nos hacía seres extraordinarios y especiales se desvanece de modo instantáneo. Todo se olvida sin importar cuanto hayamos dado. Desde allí mismo, se define algunas veces que somos malas personas, interesados e irresponsables. Ya no somos seres excepcionales, ahora somos personas cuestionadas.
Lleva tiempo encontrarle una probable explicación a todo esto, y podrían ser mas de un motivo los generadores que gestan estas devoluciones y que tal vez y sólo tal vez podría  resumirse en reacción frente al dolor y valores humanos.
El ser humano no esta preparado para perder la salud ni la de los seres que ama y es probable que ante el desconsuelo algunos necesiten transformarnos a nosotros en el blanco de su ira, frustración y desesperanza como un foco que distrae de una irreverente realidad, hecho que tal vez alivie a algunos corazones lastimados. Esta podría ser para mi la reacción frente al dolor y es parte de la desesperación, tristeza y negación.
Podría ser que algunas personas necesitan transferirnos su ira e impotencia y no hay nada que podamos hacer. En mis inicios ese enojo del otro me generaba más enojo y luego pude potenciar mi compasión ante estas conductas pensándolas como no específicas hacia mí, sino mecanismos de defensa que hacen que el hombre pueda salir de una situación traumática. Algunas veces tuve la dicha de recibir una disculpa luego de que esas personas desanublaran su vista, dando paso a la reconciliación. Otras veces no y esas personas dejan el espacio para que otras vengan a ocupar lugares importantes y amplifiquen el círculo de seres queridos.
Es en referencia a los valores humanos que encontré la explicación a retribuciones amargas, infelices e inesperadas de algunas otras personas. Los valores son inculcados a edades tempranas en nuestros hogares, pero siento que cada uno trae además su propia idiosincrasia, esencia y expresará lo que decidimos ser. No todo es una reacción frente al desconsuelo o la aflicción, sino que sencillamente también existen personas que sólo optan por el desagradecimiento y la deslealtad porque son simplemente así. Significa que tal vez algunas veces no exista una explicación que justifique el desagradecimiento. Afortunadamente choqué pocas veces con estos eventos tristes, pero curiosamente fueron otorgados por personas a quienes mucho les di. Comprobé como cierta esa frase que dice que los favores de hoy son las obligaciones de mañana.

En la tarea diaria de los médicos siempre existe la posibilidad de impactarse fuertemente contra la deslealtad hagas cuanto hagas. Nos juzgan, condenan, pasan del amor al odio y si éramos como nos dicen muchas veces, un ángel de la guarda, en pocos minutos nos difaman y cambian por cualquier otro profesional como camiseta de verano. No importa cuanto hallamos hecho, si los atendimos gratuitamente por años, si nos enfrentamos a cuanto obstáculo y persona hubo para conseguir todo por ellos, si dimos nuestro tiempo, si hicieron uso y abuso de nuestro teléfono personal sin pensar en que tenemos una vida también, si por nosotros consiguieron los costosos medicamentos, el certificado de discapacidad, si nuestras acciones salvaron su vida o evitaron daños mayores. No importa. Se olvida todo, se procede a la calumnia en un intento de justificar la bajeza de sus acciones. Todo se olvida en un segundo y lo que fue un acto de amor desinteresado se convertirá en tu obligación en el mismo momento en que no puedas darlo por algún motivo. 

Pude experimentar el resentimiento de aquel que fue en su momento tratado como una prioridad, allí en donde estuve sin importar la hora, el día, lo que yo misma tuviera que hacer o la remuneración. En el preciso momento en que no pude, esa misma acción solidaria, ese acto de entrega se convirtió en una obligación incumplida y el castigo fueron las injurias fundadas en suposiciones y el enojo seguido de todo tipo de actitudes desacreditadoras de mi buena fe. 

Durante mucho tiempo llevé la carga del dolor porque es triste la ingratitud como injusta la acusación. Pero luego pude declararme vulnerable y dejar de resistir, porque cosas como estas seguirán sucediendo y pude dejar de estar en una charla conmigo misma disfuncional. Hoy la ingratitud no tiene mayor análisis en mi vida. Sin embargo para las personas dolidas y desesperados duplico toda mi paciencia y entendimiento.

Hoy solo converso con mi consciencia, repaso mis acciones técnicas, mis decisiones, mi ética y dejo que el tiempo haga lo suyo.

Pero si en un cuarto de siglo ejerciendo esta profesión me alcanzan los dedos de una sola mano para recordar eventos desafortunados y desidia como paga a mis acciones, significa que la balanza se inclina hacia lo más lindo que esta tarea tiene y esos pocos desencuentros son parte de la selección natural que la vida hace para protegernos mientras va decantando lo malo para alejarlo de nosotros. 
En mi vida profesional he recibido y recibo mucho más amor del que imaginé que un trabajo podría otorgar. 
Si algún médico joven lee este blog quiero transmitirle que el ejercicio de esta tarea es maravillosa y que el mayor desafío esta en no dejar de ser nosotros mismos jamás pese a las malas pagas que algunas persona nos proporcionan. El próximo paciente no merece que cambiemos por el anterior. Hay que darlo todo y lo mejor siempre y es la misma vida la que te acercará las mejores personas a tu lado y hará que el desagradecido quede en el olvido.


Si este blog lo lee un paciente, desearía delegarle la responsabilidad de repasar sus acciones para con su médico y si de verdad encuentran al indicado que los acompañará en el camino de una enfermedad crónica con calidez, humanidad y competencia aprendan a cuidarlo. Quisiera que antes de exigir comprendan no son " el único" no significando que sean "uno más". Tengan la solidaridad de comprender que su caso o inquietud no es siempre la más urgente o prioritaria. Los médicos debemos distribuir nuestro tiempo con equidad, es decir darle mas y mejor al que más necesita. Esas necesidades son dinámicas y si hoy tu eras el caso vital mañana quizás no y hay otro en ese lugar de quien ocuparse. 

En la residencia de postgrado desarrollamos la capacidad organizativa automática de producir en forma veloz un "triage" (del francés triage = clasificación) que es un método de trabajo que se usa en medicina en situaciones de emergencias y en desastres. De este modo se pueden seleccionar mentalmente y en forma rápida, a los pacientes por prioridades de atención, para garantizar la posibilidad de supervivencia, de acuerdo a las necesidades y a los recursos disponibles. Si eres paciente piensa en eso antes de dar paso al enfado, demos paso a la reflexión antes de presuponer y hacerse eco de chismes de terceros. Seamos generosos y solidarios que un día tiene sólo veinticuatro horas así seas un médico.

Queridos pacientes: no somos dioses, no somos santos, no somos seres especiales, fantásticos ni extraordinarios. No nos transfieran ese peso abismal que es demasiado para un individuo terrenal. Somo personas. 

Es simple...es entender que el médico es un simple hombre.



















Comentarios

  1. Hola Fabi!!! Para aplaudir de pie. Creo reflejas en tus palabras lo que sentimos muchos ejerciendo nuestra noble y vapuleada profesión. Un beso.

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    1. Gracias amigo querido. Nuestra profesión tiene muchos colores. Abrazos a todos! Los quiero!

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